Subregiones productivas del Caribe colombiano
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SE HA DICHO CON INSISTENCIA QUE COLOMBIA es un país de ciudades y de regiones. ¡Eso es cierto! Con sólo mirar el mapa de Colombia se pueden distinguir al menos cinco regiones naturales: Caribe, Andina, Pacífica, Orinoquia y Amazonia. Ahora, si recortamos el mapa y se deja sólo la zona norte, encontramos la región del Caribe, conformada por ocho departamentos.
Al interior de las grandes divisiones geográfico-culturales de Colombia, se encuentran subregiones que cuentan con su propia dinámica económica, social y ambiental, pero que han sido poco estudiadas. Teniendo en cuenta lo anterior, dos investigadores del Centro de Estudios Económicos Regionales (CEER) del Banco de la República, sucursal Cartagena, María Aguilera Díaz y Joaquín Viloria De la Hoz, se dedicaron a estudiar cuatro de estas subregiones del Caribe colombiano: Manaure (Alta Guajira), Sierra Nevada de Santa Marta, canal del Dique y La Mojana.
Estas microrregiones están conformadas por municipios que tienen jurisdicción en los siete departamentos continentales de la costa Caribe. Su diversidad geográfica, económica y social es evidente: se analizan actividades socioeconómicas del desierto de La Guajira, del macizo montañoso de la Sierra Nevada, así como de los humedales del canal del Dique y La Mojana. En términos demográficos, los cuatro capítulos del libro traen referencias de cinco pueblos indígenas (wayúu, arhuaco, koggi, wiwa y kankuamo), de población andinocampesina en la Sierra Nevada y de costeños en las diferentes subregiones. Las actividades económicas también son muy diversas: explotación de sal en Manaure; café, cacao y frutales en la Sierra Nevada, así como ganadería y cultivos en el canal del Dique y La Mojana.
El primer estudio está dedicado a las salinas de Manaure (Alta Guajira): allí se localiza la explotación de sal marina más grande de Colombia, llegando a producir cerca del 65% de la sal que se consume en el país. Esta salina se ubica al norte del departamento de La Guajira, en una extensión de cuatro mil hectáreas localizada entre el mar Caribe y el desierto guajiro. La población de Manaure se calcula en 41.000 habitantes, de los cuales el 96% pertenecen a la etnia wayúu.
Para hacer las salinas más competitivas, en el estudio se propone mejorar la calidad del producto tecnificando los cristalizaderos y las áreas de arrume de sal, bajar los costos de producción de la sal en grano al aprovechar las economías de escala, cambiar la tecnología de lavado por una más eficiente y mejorar los medios de transporte y vías de acceso. Así mismo, la autora plantea la necesidad de buscar inversionistas extranjeros que, además de aportar capital, transfieran conocimiento a los indígenas dedicados a la actividad.
El segundo estudio está dedicado a la economía y los recursos naturales de la Sierra Nevada de Santa Marta, macizo orográfico que se yergue al nordeste de Colombia, a orillas del mar Caribe. En este trabajo, el autor plantea la importancia estratégica de la Sierra como fuente de agua para tres departamentos del Caribe colombiano: Cesar, La Guajira y Magdalena. Sus ríos producen unos 10.000 millones de metros cúbicos de agua por año, parte de la cual se convierte en fuente de agua para 1,5 millones de personas. Las cuencas forman fértiles valles aluviales de unas 280 mil hectáreas en la parte plana y circundante del macizo.
Durante la bonanza de la marihuana (1970-1985) se deforestaron más de 120.000 hectáreas, lo que afectó los ecosistemas de la Sierra Nevada, principalmente sus cuencas y microcuencas hidrográficas. Además de la presencia de narcotraficantes, en los años 80 la inseguridad en la Sierra Nevada se incrementó con la aparición de grupos armados como la guerrilla y los paramilitares. De acuerdo con el autor, si se garantizan las condiciones de seguridad en la Sierra Nevada, aumentaría la producción de café, cacao y demás productos orgánicos, de amplia demanda en el mercado internacional, y se lograría promover a esta subregión del Caribe colombiano como destino internacional del turismo ecológico.
El tercer trabajo está referido a la subregión del canal del Dique, llanura aluvial conformada por un complejo de humedales que amortiguan el flujo del canal. El nombre de la subregión lo toma del canal del Dique, vía de comunicación fluvial de 113 kilómetros de extensión que se extiende desde la bahía de Cartagena hasta Calamar, población ubicada a orillas del río Magdalena. La zona del canal y su área de influencia la conforman diecinueve municipios localizados en los departamentos de Atlántico, Bolívar y Sucre.
Los humedales del canal del Dique se convierten en la segunda oferta hídrica más importante de la parte baja de la cuenca del Magdalena, después de la Ciénaga Grande de Santa Marta. De acuerdo con el estudio, tal vez el principal
problema ambiental del canal del Dique sea la cantidad de sedimento que transporta. En efecto, luego de las diversas rectificaciones que se le han hecho a su cauce, esto ha permitido que por el municipio de Calamar entre un caudal que transporta cerca de 10 millones de metros cúbicos anuales de sedimentos, de los cuales el 35% se depositan en la bahía de Cartagena.
El cuarto estudio está dedicado a la microrregión de La Mojana, conformada por once municipios pertenecientes a cuatro departamentos, aunque sólo Sucre concentra el 72% del territorio de la subregión. La Mojana se caracteriza por ser una zona de humedales productivos, delimitada por los ríos Cauca y San Jorge, la ciénaga de Ayapel, el brazo de Loba (río Magdalena) y las tierras altas de Caucasia y Ayapel. La subregión tiene la función ambiental de regular los caudales de los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge.
La economía de la subregión está concentrada en el sector primario, predominando la producción de subsistencia. Por su parte, la actividad ganadera utiliza cerca del 90% del área total de La Mojana. Esta subregión posee tierras fértiles con potencial hídrico (ríos, ciénagas y caños); sin embargo, concluye el estudio, por las características ambientales de la zona, La Mojana presenta un potencial limitado para la agricultura y aceptable en cuanto a oferta ambiental y recursos naturales.
De acuerdo con los resultados de las investigaciones aquí incluidas, las cuatro microrregiones presentan un potencial en sus recursos naturales y en su medio ambiente, que debería ser utilizado en términos sustentables por su población como una forma de combinar medio ambiente y desarrollo económico.