Econo-cimientos: ¿Por qué es tan importante controlar la inflación?

En las dos ediciones anteriores de Econo-cimientos se definió la inflación como el aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios más representativos del consumo de los hogares de un país y se explicó que sus causas pueden ser ocasionadas por factores relacionados con la demanda o con la oferta de dichos productos. Además, comprendimos el papel fundamental que tienen las expectativas de inflación en la formación de los precios, en especial, en el actual esquema de inflación objetivo adoptado por el Banco.

Una vez entendido lo anterior, en este artículo se estudiará cuál es la importancia de controlarla y por qué las autoridades económicas de todo el mundo tienen entre sus objetivos principales de política monetaria mantener la inflación en niveles bajos y estables.

Recordemos un poco

  • Si bien en todos los países del mundo es completamente normal que se presente un cierto nivel de inflación en sus economías, lo deseable es que este sea bajo y se mantenga estable.
  • Aunque nuestra racionalidad como consumidores nos lleve a pensar que lo ideal para nuestros bolsillos es que los precios disminuyan en el tiempo, al pensar como vendedores la respuesta sería diferente, ya que dicha situación desincentivaría la producción, afectaría el empleo y, por tanto, el crecimiento económico del país.
  • En Colombia, el nivel de inflación que se considera óptimo es de 3% anual, siendo esta la inflación objetivo de largo plazo que cada año revisa o ratifica la Junta Directiva del Banco de la República. Es importante anotar que para fijar este nivel de inflación deseable se realiza una amplia gama de análisis del posible impacto que tienen las principales variables económica del país sobre los precios al consumidor.
  • Una tasa de inflación muy superior o inferior al 3% anual (más de 4% o menos del 2%, respectivamente), prenden las alarmas de las autoridades económicas, pues esta situación trae consigo una serie de consecuencias altamente perjudiciales para el bienestar de toda la población, en especial, para las familias de menores ingresos.

Cuando un aumento moderado de los precios de los bienes y servicios que más consumimos en el país está en línea con un incremento equivalente en nuestros ingresos, no debería traer ningún problema para nuestros bolsillos y la economía tampoco se vería afectada. Sin embargo, en la práctica esta alineación deseable no siempre sucede.

Si los precios comienzan a elevarse por encima de la magnitud que crecen los ingresos, lo obvio y más natural es que comencemos a notar que nuestro dinero ya no nos alcanza para comprar la misma canasta de bienes y servicios que antes. Esto es lo que conocemos como una pérdida de la capacidad adquisitiva del dinero o, en otras palabras, que nuestro dinero está perdiendo su poder de compra1.

Esta situación conlleva una serie de consecuencias adversas para el consumidor, costos sociales, distorsiones e incertidumbres en toda la economía que, de no controlarse a tiempo por parte de las autoridades económicas, podrían terminar saliéndose de control y originando problemas mucho más graves, como los asociados a una hiperinflación2.

Para entender un poco más la importancia que representa tener una inflación baja y estable, pensemos en el caso de un colombiano común y corriente que ha firmado un contrato laboral y cuyo salario estará fijo por al menos un año. Si durante este período, los precios comienzan a subir más de lo que se esperaba antes de la firma del contrato (una inflación alta), seguramente el salario mensual que recibe esta persona no le alcanzará para comprar la misma cantidad de bienes y servicios que antes3.

Como el crecimiento de los precios se presenta de manera generalizada en toda la economía, el ejemplo no distingue niveles de ingreso o estratos socioeconómicos, pues el valor relativo adicional que paga un ciudadano de ingresos bajos por un determinado bien o servicio puede ser muy similar al que tiene que pagar un ciudadano de ingresos altos.

Aun cuando esta situación afecta el ingreso real de toda la sociedad, su impacto es mucho más nocivo para aquellas familias de menores ingresos, pues casi la totalidad de sus recursos provienen de salarios o de otro tipo de entradas informales, las cuales se consumen casi de manera inmediata, por lo que su capacidad de ahorro es mínima o casi nula, lo que disminuye su capacidad para protegerse de la inflación mediante un producto de ahorro o de inversión que le reconozca una tasa de interés mayor a la tasa de inflación. Pero no solo los hogares de menores ingresos son más golpeados por la inflación ante su limitación para ahorrar, sino también porque el consumo de estas familias es esencial o básico sin que puedan sustituir consumo caro por uno barato. En otras palabras, las familias de bajos ingresos no tienen la capacidad de sustituir bienes o servicios que ya les cuestan poco por otros aún más baratos.

El caso contrario sucede con la población de ingresos altos, cuyo patrón de consumo puede ser ajustado ante aumentos en los precios de los bienes o servicios. Por ejemplo, si la población más pudiente consume vehículos de gama alta, ante una subida en el precio de este tipo de vehículos, podrían acomodar su consumo, sin afectar su ingreso, comprando un vehículo de menor gama y precio. Por lo anterior, es que es muy común oír que la inflación se asemeja a un “impuesto” de carácter regresivo, que afecta más a las personas con menores ingresos, sin olvidar que el ingreso real de toda la población se ve afectado; por ese motivo es importante mantener controlada la inflación.

Ante episodios de inflaciones altas es lógico que se presente una incertidumbre mayor sobre los precios reales a futuro, por ello los consumidores tendrían incentivos para adquirir productos de manera rápida al percibir que sus precios podrían subir los días siguientes. Esto puede conducir a que los productos se terminen agotando rápidamente al volverse más escasos, con lo cual los precios podrían seguir subiendo por el desbalance entre la oferta y la demanda.

Por su parte, las empresas también suelen enfrentar una alta incertidumbre frente a episodios de alta inflación. Por lo general, las firmas terminan postergando sus planes de financiación para expandir sus operaciones, al aumentar sus costos financieros que suelen incrementarse en estos períodos, no solo por la oportuna respuesta de política monetaria4 para controlar la inflación (aumentado la tasa de interés de política), sino porque a los créditos que le son otorgados a las empresas se les trasladan los mayores costos asociados al incremento de los riesgos y la mayor incertidumbre que suele afrontar el sistema financiero en estos períodos.

Pero las empresas también podrían afrontar los denominados costos de transacción y costos de menú5, por la inestabilidad y los niveles altos de inflación al consumidor. Estos últimos tienen que ver con el valor que deben asumir las empresas para modificar sus precios con relativa frecuencia, dado el cambio rápido de los precios al consumidor, y todos los perjuicios que conlleva, como cambio de empaques, etiquetas, nuevos registros de precios, etc.

Otra de las situaciones que podrían afrontar las empresas con una inflación alta y muy variable, son los incrementos de los costos salariales que erosionan sus utilidades y que tienden a dificultar las negociaciones salariales entre empresarios y trabajadores. Asimismo, muchos precios de la economía están indexados (es decir, atados) a la inflación observada, con lo cual una inflación desbordada generaría un ciclo persistente de incrementos de precios indeseados en una porción importante de la canasta básica de consumo, en especial, en los rubros de arriendos, educación, ciertos servicios públicos y en algunos servicios de transporte y personales que directa o indirectamente se actualizan con la inflación observada.

Por último, el control de la inflación es importante para la economía de los países porque, en un entorno de inflación baja y estable, todos los recursos producidos se asignan de una manera más eficiente, lo que garantiza un mayor crecimiento y bienestar para la población en general. Si, por el contrario, la inflación es alta, las empresas y los hogares podrían protegerse del crecimiento de precios comprando activos fijos (como una casa o una bodega), aplazando una inversión productiva, lo cual no sería óptimo porque disminuye la generación de empleo y el crecimiento económico del país. Además, a las autoridades económicas de un país que goza de una inflación moderada y estable se les facilita adoptar las políticas económicas óptimas para impulsar el desarrollo social y productivo.

Como podemos concluir de lo expuesto hasta aquí, el crecimiento desbordado de precios causa distorsiones directas a la dinámica de la economía, en particular, dificulta el crecimiento económico de largo plazo, afecta la competitividad en los mercados, el empleo, el consumo, el ahorro y la inversión, entre otros aspectos importantes.

Ante este panorama descrito anteriormente, junto con una perspectiva aún más amplia sobre los perjuicios que implica una inflación alta y descontrolada, es que el Banco de la República tiene como misión funcional y constitucional mejorar el bienestar general de los colombianos, preservando el poder adquisitivo del dinero, induciendo un crecimiento económico sostenido y garantizando la estabilidad financiera y el adecuado funcionamiento de los sistemas de pago.


1 Además, la Constitución Política de Colombia estipula en el artículo 373 que “El Estado, por intermedio del Banco de la República, velará por el mantenimiento de la capacidad adquisitiva de la moneda…”, lo cual se logra directamente al mantener la inflación en niveles bajos y estables.

2 La hiperinflación es el crecimiento excesivo y descontrolado de los precios de una economía. Aunque no hay consenso sobre cuál es el porcentaje exacto de la inflación para que se considere como hiperinflación, algunos analistas estiman que esta ocurre cuando el incremento generalizado de los precios supera el 50% mensual.

3 En palabras técnicas, su salario real estaría disminuyendo.

4 Recomendamos revisar el canal del crédito en la página Canales de transmisión de la política monetaria Econo-cimientos en la que mostramos la respuesta de política monetaria ante aumentos de la inflación.

5 Se les conoce como costos de menú, trayendo una metáfora de los costos comerciales que deben asumir los restaurantes al tener que cambiar e imprimir frecuentemente las cartas (los menús) de sus negocios. También se les conoce como costos logísticos.