Así fue el lanzamiento de la reimpresión del informe final de la Misión del Empleo de 1986
Notas del Gerente general del Banco de la República, Leonardo Villar Gómez, en el lanzamiento reedición informe de misión Chenery sobre empleo de 1986.
- La reedición del informe de la misión Chenery de 1986 es ante todo un homenaje póstumo a Manuel Ramírez Gómez uno de los coordinadores de la misión, representado en este evento por su hija María Teresa. Esta edición tiene un lindo y muy completo sobre Manuel escrito por Andrés Álvarez.
- Así fue concebida esa reedición por su gran impulsor, Diego Pizano Salazar, quien también fue el gran impulsor de la Misión, hace 37 años, durante el gobierno de Belisario Betancur, tal como él lo relata en el interesante artículo introductorio escrito para este libro.
- Aparte del perfil de Manuel escrito por Andrés Álvarez y del artículo de Diego Pizano, la otra novedad que trae esta nueva edición es un prefacio escrito por José Antonio Ocampo, el otro coordinador de la Misión, con muy interesantes reflexiones sobre el contexto en que se llevó a cabo la Misión y sobre lo que ha sucedido posteriormente en el mercado laboral colombiano.
- La reedición de este informe hace necesario mencionar también a Juan Luis Londoño, otro gran economista fallecido a temprana edad que fue muy importante en la Misión Chenery en calidad de su secretario técnico cuando estaba apenas comenzando su carrera profesional
- Vamos a tener presentaciones de María Teresa Ramírez, Andrés Alvarez, Diego Pizano y José Antonio Ocampo, por lo cual solo quiero aprovechar para hacer tres reflexiones muy breves sobre la Misión Chenery y sobre el mercado laboral colombiano:
- Primero. La Misión Chenery constituyó uno de los aportes más importantes que se han hecho al estudio del mercado laboral colombiano. Allí participaron varios autores de primer nivel a nivel nacional e internacional y muchos de sus diagnósticos y recomendaciones permanecen vigentes casi cuarenta años después. Entre los aportes destacados de la misión tiene que ver con la distinción entre los mecanismos de ajuste del mercado laboral formal y aquellos característicos del empleo informal. Así por ejemplo, mientras en el sector formal el mecanismo de ajuste ante una desaceleración económica como la que se había presentado entre 1982 y 1985 era principalmente en términos de cantidades, reflejándose en mayores tasas de desempleo, en el caso del sector informal la desaceleración se manifestaba ante todo en menores ingresos de los trabajadores. Visto desde la situación actual, el gran reto que surge ante esta situación es cómo aumentar el nivel de ingreso de los trabajadores informales y cómo acercarlos a los niveles de ingreso de los trabajadores formales, típicamente mayores y asociados a niveles de productividad más altos.
- Segundo. La misión Chenery enfatizó fuertemente en sus recomendaciones la necesidad de promover niveles altos de crecimiento para absorber una mano de obra que en esa época crecía a un ritmo del orden de 4% por año, en parte por razones puramente demográficas y en parte por la integración acelerada de las mujeres al mercado laboral. La meta planteada en ese contexto para el crecimiento del PIB era de 6% anual, meta que ciertamente no se cumplió pues como dice Ocampo el crecimiento económico de 1985 a 1990 fue de 4.5% anual. La gran pregunta es si la manera de promover un mayor crecimiento era mediante una mayor demanda agregada o mediante una devaluación más acelerada del peso, tal como se sugería en algunos de los escenarios del informe. El gran problema es que esas alternativas de política probablemente habrían llevado a niveles de inflación aún más altos que los que se observaron en los últimos años 80 y que incluso superaron el 32% en 1990 (muy superior al 21% de 1986 y a lo que era considerado el máximo nivel de inflación social y políticamente admisible). Ciertamente, una transformación de la estructura productiva hacia sectores con mayor capacidad de exportación era algo deseable, pero ello no necesariamente se podía lograr mediante el manejo de variables nominales como los agregados monetarios o la devaluación del peso.
- Mi tercera reflexión tiene que ver con el papel que cumplen la regulación laboral y los costos salariales en el comportamiento del empleo y la capacidad de crecimiento económico. La misión Chenery mostró claramente los sesgos que generaban en los años ochenta los altos costos de tener trabajadores antiguos, ante todo por el impacto de la retroactividad sobre retiros parciales de las cesantías y el régimen de despidos e indemnizaciones, el cual, en términos del informe cumplía “inadecuadamente el objetivo de promover la estabilidad laboral y de proteger a los trabajadores que pierden su trabajo después de un período continuo de servicio en una empresa” (pp 297-298). La Ley 50 de 1990, posterior a la Misión, corrigió varios de estos problemas y creo que fue un buen ejemplo de política eficaz para reducir el desempleo. Pese a que la economía creció entre 1990 y 1993 bastante menos del 6% planteado como la requerida por la misión, la tasa de desempleo se redujo de manera sustancial, desde 10.45% hasta 8,6% para 7 areas metropolitanas (el nivel más bajo desde 1981). En cambio, entre 1993 y 1997, aunque la economía mantuvo tasas de crecimiento relativamente altas, la tasa de desempleo aumentó fuertemente hasta 12,43% en el último de esos años y después ha sido excepcional que vuelvan a tasas de un solo dígito. Una posible explicación de esta paradoja tiene que ver con el fuerte aumento en los costos laborales de contratar un empleado formal tras la entrada de la ley 100 de 1993. La reducción en los costos laborales en 1990 mediante la ley 50 y su aumento a partir de 1994 como consecuencia de la Ley 100 constituyeron un cuasiexperimento interesante que ayuda a corroborar la importancia de esa variable en el desempeño del mercado laboral. Más adelante, la reducción de los pagos para salud por parte de los empleadores en la reforma tributaria de 2012 fue también un experimento que muchos estudiamos con cuidado y que ratificó la percepción de que los sobrecostos laborales van en detrimento del empleo formal en magnitudes significativas.
- Primero. La Misión Chenery constituyó uno de los aportes más importantes que se han hecho al estudio del mercado laboral colombiano. Allí participaron varios autores de primer nivel a nivel nacional e internacional y muchos de sus diagnósticos y recomendaciones permanecen vigentes casi cuarenta años después. Entre los aportes destacados de la misión tiene que ver con la distinción entre los mecanismos de ajuste del mercado laboral formal y aquellos característicos del empleo informal. Así por ejemplo, mientras en el sector formal el mecanismo de ajuste ante una desaceleración económica como la que se había presentado entre 1982 y 1985 era principalmente en términos de cantidades, reflejándose en mayores tasas de desempleo, en el caso del sector informal la desaceleración se manifestaba ante todo en menores ingresos de los trabajadores. Visto desde la situación actual, el gran reto que surge ante esta situación es cómo aumentar el nivel de ingreso de los trabajadores informales y cómo acercarlos a los niveles de ingreso de los trabajadores formales, típicamente mayores y asociados a niveles de productividad más altos.
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