Huila, I semestre de 2004
La finalidad de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio TLC, es lograr que nuestros bienes y servicios, incluidos los del sector agropecuario, puedan competir en un libre mercado sin afectar el desarrollo de nuestro sector productivo y su generación de empleo.
La elaboración de la agenda de competitividad es bastante compleja, dada la cantidad de variables que afectan la productividad y la competitividad. Tomemos el caso de los sectores Industria textil y Agropecuario:
Para el sector textil, las variables son múltiples, tales como: costo de la energía; costo de la materia prima; impuestos y tasas de interés; valor de la mano de obra; inversión en maquinaria y tecnología de punta; efectos de los subsidios a la producción y la exportación del país con el que hay que competir; valor y calidad del transporte y fletes; devaluación o reevaluación de la moneda; y aranceles (Ver anexo No. 5) del país a exportar y tratados internacionales de este con terceros países, entre otros.
Los recursos económicos de las agendas de competitividad, se deben invertir para nivelar con nuestros competidores los sobrecostos de las variables antes mencionadas.
De lo anterior surge el siguiente interrogante: ¿Cómo van a competir los confeccionistas de ropa del país con China en el mercado de Estados Unidos en igualdad de condiciones? El costo de las confecciones en China es menor en un 50% al valor de las nuestras. ¿Hasta donde podremos ajustar nuestros costos?, son cifras que únicamente nos dará una agenda de competitividad pactada entre el sector industrial y el Gobierno.
El sector agropecuario, aportante principal de los productos que conforman la canasta básica de alimentos, también se encuentra afectado por las siguientes variables: Costos de los agroquímicos; tecnología convencional o transgénica; tasas de interés, transporte y fletes; valor de los combustibles o energía; impuestos; mano de obra; valor del agua de riego; valor de la maquinaria; disponibilidad de variedades vegetales o especies animales; subsidios internos y externos de nuestros competidores; y seguridad y orden público.
De lo anterior se deduce la complejidad de la agenda de competitividad para el sector agropecuario, ya que por cada dólar que invierte el productor extranjero, el Estado le obsequia entre 50 y 70 centavos de dólar. Subsidian desde la energía hasta el agua para riego, trabajan con tasas de interés del 3% anual y menos y son dueños de las fábricas de agroquímicos y de maquinaria pesada para el agro, entre otros.
Pero en el TLC no se negocia únicamente acceso a mercados y agricultura; hay aspectos como la propiedad intelectual y, por lo tanto, no hay tema o actividad de la economía que no vaya a ser afectado por el TLC.
La mayor preocupación de los actores en los diferentes sectores que se van a negociar, consiste en disponer de tiempo para prepararse antes de la firma del tratado y el contar con los recursos necesarios para cumplir la agenda interna, afectando los sectores desgravados que conlleven a la destrucción de empresas y a la eliminación de empleos.