P-Estrella en Colombia: un punto de vista sobre la inflación

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La serie Borradores de Economía es una publicación de la Subgerencia de Estudios Económicos del Banco de la República. Los trabajos son de carácter provisional, las opiniones y posibles errores son responsabilidad exclusiva del autor y sus contenidos no comprometen al Banco de la República ni a su Junta Directiva.

Autor o Editor
Martha Misas, Carlos Esteban Posada

La inflación de 1994, medida con el índice de precios al consumidor fue del 22.59%. Este nivel resulta moderado e incluso compatible., grosso modo, con un movimiento a la baja de la tasa de inflación que, a nuestro juicio, se observa desde 1990. En ese año la inflación llegó a 32.4% en 1991, 1992 y 1993 fue, 26.8%, 25.1% y 22.6%, respectivamente. Y también se podría calificarla como "frente a la inflación media de 1971-92, 23%.

Aún así, la inflación en Colombia continúa siendo objeto de preocupación para las autoridades económicas, los economistas y, sin duda, el público en general. La razón es simple: su ritmo actual no es bajo, si se compara con la media de los 15 principales socios comerciales del país, 12% aproximadamente, sin contar a Brasil ni a Venezuela (1). o con la tasa media del período 1951-1970, 9% (medida con el deflactor de la demanda agregada de las Cuentas Nacionales), en tanto que parece fortalecerse, aquí y en todo el mundo, la creencia de que la inflación es dañina para la economía y la sociedad y que las autoridades deben combatirla. Es más, la nueva legislación del país refleja la creencia.

Lo anterior invita a nuevos exámenes de la inflación colombiana, cosa que, por lo demás, ya están haciendo los economistas (2). El presente trabajo se agrega a la lista. Su enfoque puede llamarse "macroeconométrico": de un lado, parte de la teoría macroeconómica convencional para proporcionar una estructura analítica al examen del trabajo empírico; de otro lado, pero consecuente con lo anterior, utiliza la técnica econométrica de "cointegración y corrección de errores", es decir, aquella técnica que supone que los comportamientos temporales de las variables económicas pueden interpretarse a cabalidad si se postula (y pone a prueba) la existencia de relaciones de equilibrio estable de largo plazo entre variables y procesos coyunturales de ajuste de éstas hacia sus niveles de equilibrio, de acuerdo con lo sugerido por la teoría económica.

Eso en cuanto a la forma. Por su contenido, este trabajo es una réplica del modelo llamado P-Estrella (Pstar es su nombre original). En términos sencillos, el modelo se basa en la idea de que el nivel general de precios debe tener algún nivel de equilibrio (de allí el adjetivo estrella), aún sí su nivel "observado" difiere ocasionalmente del de equilibrio. El nivel de precios de equilibrio dependería, continuando con los postulados del modelo, de algunos factores básicos fundamentales sugeridos por la teoría macroeconómica estándar, mientras que el observado puede sufrir la influencia de factores aleatorios y de reacciones de ajuste, además de su dependencia del de equilibrio. La inflación, entendida como la tasa de variación del nivel observado de precios, debería seguir, por ende, una trayectoria dominada por e ritmo de evolución del nivel de equilibrio y por la corrección de los desajustes entre el nivel observado y el de equilibrio. Si esto es correcto, la brecha entre los niveles de precios observado y el de equilibrio debería ser un indicador anticipado, "líder", del movimiento de la inflación, bajo el supuesto de que la corrección de un desequilibrio toma algún tiempo.

Lo anterior suena bien, así que en las páginas siguientes se reportará con mayor detalle el modelo, su especificación para el caso colombiano, la naturaleza y calidad de sus resultados y se ilustrará su uso con un ejercicio de simulación. Con todo, conviene anticiparnos a los escépticos: casi siempre, como en esta ocasión, surgen los problemas, hasta los teóricos, cuando se trata de medir y predecir. En efecto, los resultados parecen relativamente adecuados sólo para quien busque evaluar y descartar algunas hipótesis sobre la historia de la inflación de los últimos 40 años y sólo si se bastan los órdenes de magnitud gruesos y la dirección probable de los movimientos; pero para quienes buscan resultados suficientemente sólidos y perdurables ("robustos"), como lo prometía el planteamiento inicial, a fin de contar con un aparato capaz de predicciones de máxima confiabilidad, el producto probablemente será decepcionante.
Al final, como es lo usual, se presentan conclusiones. En este caso particular adoptamos el único camino sensato: intentar rescatar los rescatable.